Los que somos comunicadores de profesión sabemos que redactamos documentos que, aunque de nuestra autoría, no hay la necesidad de crédito porque es parte intrínseca del descargue de las funciones. Sin embargo, en la industria musical es totalmente diferente y por eso es importante que a los compositores y compositoras se les dé el valor y reconocimiento que merecen.

He escuchado decir: «Al autor ya se le pagó por la canción o recibe las regalías» (que no siempre reciben), pero el reconocimiento debería ir más allá. Al artista que interpreta las canciones se le paga por su trabajo y talento; pero también se tiende a asociarlos con ciertas canciones (a lo largo de su trayectoria) estén vivos o hayan fallecido. Felipe «La Voz» Rodríguez, siempre será relacionado con La última Copa de Francisco Canaro – L. Caruso; el Trío Los Condes con Querube de Pedro Flores; José Feliciano con Porqué te tengo que olvidar del también cantante Luis Ángel Márquez, entre muchos otros ejemplos que pudiera destacar.

Pedro Flores
Pedro Flores

Para nadie es un secreto que hay seguidores(as) de artistas que hasta creen que sus ídolos fueron quienes escribieron las canciones que cantan y por eso escuchamos decir (por ejemplo) de forma automática: «La media vuelta» de Luis Miguel, en vez de: «La media vuelta que interpreta Luis Miguel». Claro, hay muchas ocasiones en que el propio cantante es el autor o autora de la mayoría de sus canciones. Tal es el caso del cantautor mexicano Marco Antonio Solís; o el puertorriqueño Lou Briel, cuya canción Yo puedo, será siempre ícono en la trayectoria de este polifacético artista.

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(En las fotos: Luz Celenia Tirado, Lou Briel y Sylvia Rexach)

Pero mi punto, es que aunque el cantante le da sentimiento, color y hasta su propio estilo a la canción; pero en el origen hubo una persona cuya musa que se transformó en una letra o poesía que fue arropada de melodía a través de un arreglo musical. Incluso, hasta si se trata de una pieza instrumental. Pero toda canción comienza (como saben mis lectores(as) que siempre señalo) con una historia detrás de ella misma. A veces vivida por el propio autor o por la experiencia de otras personas. Sin duda, los temas de inspiración han demostrado que pueden ser tan variados, como la cantidad de ofertas musicales que existen hoy día.

Debo destacar que, en mi opinión, la relación autor(a)-cantante es única y mágica. Porque si bien es cierto que en este escrito quiero resaltar el valor de quien compone, no es menos cierto que quien interpreta es quien le da vida a esa composición y un lugar en el pentagrama musical. Por eso, en televisión, por ejemplo, también deberían poner siempre en pantalla el nombre del autor o autora junto al título y el artista o agrupación que se va a presentar. Me alegra cuando estoy en alguna actividad y el artista se toma el tiempo de mencionar el autor o autora de la canción. Claro, también es comprensible que por el formato o el tiempo del espectáculo no siempre se pueda resaltar a los autores de cada canción.

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Benito de Jesús

Siempre trato de mencionar los autores cuando hago referencia a una canción en mis escritos y en la medida de lo posible, hasta en las entrevistas. Aunque confieso que hay ocasiones en las que se me ha hecho difícil identificarles. Algunos artistas saben que hasta les escribo, preguntando, para que me digan el autor o autora de alguna canción que ellos han grabado. Siento que es una responsabilidad dar el crédito correspondiente porque es otra forma de honrar su legado.

La isla tiene compositores(as) con una trayectoria destacada a nivel local e internacional por lo que es una pena que no se hable mucho sobre ellos y ellas en las escuelas.  Estoy segura de que muchos artistas estarían dispuestos a visitar escuelas e interpretar canciones de autores de nuestro país para que los alumnos tengan una experiencia directa y, quién sabe, hasta despertar en ellos la curiosidad por el maravilloso mundo de la composición. 

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Myrta Silva

Deseo que podamos aportar más para que nazca una nueva ola de autores que puedan (en todos los géneros) plasmar sentimientos, sueños y, por qué no decirlo, hasta ideales que forman parte de la propia expresión de los pueblos para reflejar su realidad a lo largo de la historia.