Relieve en mármol de la santa Cecilia de Roma. Balthasar Schmitt, Roma 1892

El que se reconozca la fecha del 22 de noviembre como el Día Mundial de la Música, es debido a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que así lo estableció en honor a Santa Cecilia. Esta última, fue declarada en 1584 por el Papa Gregorio XIII como la Patrona de los Músicos.

Un día como hoy, la comunidad musical está de plácemes y el resto de la población deberíamos agradecer que ellos y ellas existan. Porque todas las personas, sin excepción, tenemos contacto directo o indirecto con la música a diario o, mínimo, en algún momento de nuestra vida. Claro, algunos en mayor y otros en menor grado. La música educa, enaltece, entretiene, complementa, inspira y hasta tiene el potencial de ser terapia curativa. Por lo tanto, sus creadores, exponentes y artífices, a lo largo de la humanidad, han sido piezas fundamentales en el desarrollo del ser humano sin importar los niveles sociales o trasfondo cultural.

Desde que nacemos estamos expuestos a la música y, sin entrar en los criterios de apreciación sobre la calidad, igual es un manifiesto de la cultura, idiosincrasia y hasta una demostración de cambios sociales a través de las diferentes generaciones. Incluso se puede poner música al bebé desde antes de nacer y en el proceso de crecimiento como parte de su enseñanza. La banda sonora de una película da más emoción a la imagen, el vals de los quince años denota la sublime transición, la marcha nupcial enmarca ese camino al altar y, ¿porqué no decirlo? hasta la música que nos acompaña hacia la última morada puede reflejar lo que fuimos en vida. La música se debe valorar, proteger y promover. Por ende, se debería exponer a nuestros niños y niñas (en igualdad de condición) a la música como expresión artística.

Ojalá viviéramos en un mundo ideal donde los gobiernos invirtieran más en la formación musical como parte de un currículo moderno e interactivo. Pero lamentablemente, muy pocas escuelas poseen un Programa de Bellas Artes en los que se incluya la enseñanza de algún instrumento. Los padres o madres que pueden pagar clases privadas para sus hijos(as) no son la mayoría. Así es como vemos frustrarse el anhelo de muchos(as) niños(as) y jóvenes que quisieran aprender música. Asimismo, es triste conocer personas con preparación académica en música y que no tengan oportunidad de empleo en esta área.

Necesitamos más hombres y mujeres músicos alrededor del mundo. La música es mencanismo de expresión, es sentimiento, cultura, celebración, es movimiento corporal y hasta color para dar vida a momentos especiales. Felicito en su día a todas las personas que son músicos. Pero de manera especial, a aquellos que lo dan todo y sacrifican de su dinero y tiempo para intentar mantener viva la música enseñándole a otros tan importante rama del arte.