¡Asalto! Quién, con más de 35 o 40 años, no escuchó ese tradicional grito, que lejos de inspirar temor, inundaba nuestro espíritu de alegría porque significaba que a la puerta estaba una parranda. Todos entonábamos canciones como, «si no me dan de beber lloro…», «prendiste la luz, metiste la pata porque ahora sabemos que estás en tu casa…», «abreme la puerta, ábreme la puerta, que estoy en la calle, y dirá la gente, que esto es un desaire». Por supuesto que de salida no podía faltar el clásico: «vámonos, vámonos, vámonos que la parranda se acabó…».

Luego, quedaba uno emplazado a seguir la fiesta llevando el parrandón a la siguiente casa y luego la otra y la otra hasta que amanecía y alguien se ofrecía a preparar el sopón. ¡Qué tiempos aquellos! Que pena que esta tradición ha ido desapareciendo poco a poco. Pero, aunque con la boca es un mamey, como dice un conocido dicho, no debería ser imposible revivirlas. Puerto Rico es un país con la particularidad de que las fiestas navideñas duran mucho más que en otros países y por lo tanto debemos provocar que nuestra música típica, las parrandas, la degustación de platos tradicionales de la época, la celebración de Noche Buena, Navidad, Día de Reyes y hasta las octavitas sirvan para unirnos más como pueblo.

Aguinaldo de Trulla – El Topo y Nieves Quintero

Si tanto nos quejamos de las cosas que se han perdido, pues hagamos algo por recuperarlas. Más aún cuando de costumbres y tradiciones se trata porque son parte de nuestra esencia cultural y nos define como pueblo. Es una verdadera lástima que estemos perdiendo identidad en muchos aspectos de la sociedad puertorriqueña. Por eso deberíamos apoderarnos del tema de las parrandas y ser creativos para ayudar a despertar esa magia y la alegría navideña que a todos nos deleitaba.

Las razones que explican el por qué han minimizado las parrandas son comprensibles y van de la mano del mismo proceso de desarrollo socioeconómico. Por ejemplo, con la proliferación de las urbanizaciones llegó el control de acceso y las reglas de las asociaciones de residentes. Del mismo modo, la construcción de vivienda vertical y otras en extremo reguladas, son responsables en gran medida. 

Aunque al boricua le gusta recibir y hasta escuchar la parranda en la casa del vecino, no es menos cierto que también vive de forma más acelerada y consume mucha energía en el día a día. Pero, aunque esta y otras circunstancias nos roben un poco de ánimo, debemos enfrentar el reto y revivir las parrandas.  Músicos excelentes hay de sobra y hasta en las mismas familias.


Siempre habrán ideas para reanudar las parrandas, aunque atemperadas a las nuevas tendencias y estilos de vida. Es probable que en una urbanización con control de acceso jamás dejarán pasar un grupo de personas con la justificación de una parranda “sorpresa” por cuestión de seguridad y menos si es muy tarde. Pero en aras de mantener las tradiciones podrían buscar consenso todos los residentes y por estas fechas festivas conseguir que la junta directiva les permita recibir parrandas.  Claro, aunque solo sea hasta cierta hora de la noche y con previo aviso.  Asimismo, pueden ir moviendo la parranda calle abajo en coordinación con los vecinos que deseen participar. En un edificio, podría hacerse algo parecido con la junta del condominio y llevar alegría puerta a puerta. Estoy segura que muchos se animarían a recibir una parranda, aunque sea un ratito.

Si no me dan de beber lloro – Tuna de Cayey

Obviamente se pierde la sensación de antaño del factor sorpresa y que algunas llegaban de madrugada, pero al menos se revive la tradición y nuestra sociedad está falta de disfrutar estas cosas. Me da pena cuando al hablar con niños y jóvenes expresan que no tienen idea de lo que es una parranda. Deberíamos exponerlos a ellas y por eso sería importante y bonito buscarle la vuelta al asunto. Existen muchas alternativas o ideas que se pueden poner en práctica para revivir esta hermosa tradición y celebrar las festividades con la grata satisfacción de poder compartir el espíritu navideño con familiares, amigos y vecinos.  Pero más especial aún, asegurándonos de que se mantenga la tradición de generación en generación.

Un seguidor me compartió el enlace de YouTube del video que verán abajo y en el que se gozó de una gran parranda en la Urbanización Encantada hace varios años atrás. Apodérate de aquellas cosas que hace falta rescatar y cuya posibilidad de lograrlas, sí puede estar en tus manos.  ¡Querer es poder!